Soy consciente de la facticidad y la efimeridad de las cosas.
Por eso siempre agradezco los momentos,
para no sufrir apego por ellos.
Aun así, brindo mi cariño incondicional,
a reserva de que sea unidireccional
o se tope con el ego sobrecrecido.
Entiendo también que cada cabeza es un mundo.
En este sentido, las acciones se convierten en confirmaciones de decisiones pensadas,
y su ausencia apunta a equívocos.
No me opongo a ellas;
sin embargo, es menester saber de lo que se versa
para poder direccionar con dignidad
el término o la continuidad.
No existe el dolor para quien acepta la verdad.
Duele el anhelo,
y las creencias arraigadas
a lo que uno quiere que sea la verdad.
Quizá hemos de mirar la belleza del abismo,
en la complejidad de lo humano,
evanescente y ondulante...
Para aprender a reír de lo que somos.
Quizá no se llenará,
aún así hay que acondicionarlo
para poder vivir.
Pues en nuestra corporalidad habitamos;
es lo único que nos pertenece,
nos salva,
nos espaguetifica y nos vomita hasta asquearnos...
Para ver en lo abyecto lo más hermoso.
Nemmesis Satory Anne Zednánreh